Autores:
Luis Miguel Alvarado Peredo
Isidora Larrain
Ana Maria Carvajal
José Manuel Pérez Ulloa.
bananavaqueragaes@gmail.com
Cuando éramos niños veíamos el mundo como un lugar de infinito asombro y descubrimiento, cada pequeña cosa, el detalle de la forma de las hojas, el aroma de la tierra mojada, el sinuoso arrastrar de las lombrices en el barro,en fin, cada nueva faceta que descubrimos en ese nuevo mundo fascinante, nos movía con curiosidad innata a intentar hallar nuestras propias respuestas.
Desde que nacemos somos seres curiosos por naturaleza, con un ímpetu innato por aprender, manipular y experimentar con el mundo que nos rodea ¿quien no desarmó un juguete para ver cómo estaba constituido? ¿O se metió donde (según los adultos) no debía , por el solo afán de satisfacer esa curiosidad primigenia?
Nacemos, siendo científicos, si se define como científico a la persona que intenta comprender el mundo que le rodea a través de la experimentación. sin embargo conforme crecemos bajo la educacion tradicional, se nos obliga a ver el mundo bajo la óptica del paradigma de la realidad estática, el consenso cultural que nos forma y deforma, el cual, lamentablemente, inhibe este placer por aprender cosas nuevas y nos encierra dentro de las estructuras sociales ya preconfiguradas. Muchos dirán que esta domesticación es necesaria para integrarse adecuadamente en la estructura social, sin embargo es esa misma educación, la que debería darnos las bases de la libertad intelectual, la que la inhibe.
Kuhn nos habla de que el avance de la ciencias se basa en revoluciones que son desencadenadas por crisis que rompen con el paradigma científico imperante, crisis como las que generó Galileo en la sociedad de su tiempo cuando demostró que la tierra no era el centro del universo y la Iglesia Católica lo condeno; o crisis que cambiaron la forma de ver la naturaleza del espacio - tiempo, cuando Einstein demostró que el tiempo es relativo; o de la forma que vemos la realidad misma, cuando la física cuántica demostró que la realidad objetiva no existe y que todo depende del observador de la misma y que, por ende, al observar el mundo, lo estamos creando y modificando a través de nuestra observación. Estas crisis han permitido que el paradigma normal actual nos entregue un bienestar material como nunca se había visto en otras eras, pero ese bienestar ¿realmente nos esta ayudando como especie a despertar frente a los desafíos que nos plantea este siglo?.
En la experiencia del aula hoy en día ¿vemos a nuestros niños interesados en aprender ciencias? nosotros mismos como profesores ¿tenemos ese ímpetu por aprender y descubrir lo desconocido y rozar los límites de nuestras capacidades? y si no es así ¿que es lo que nos ha hecho perder ese espíritu inquisitivo?
Creemos que probablemente esta sociedad consumista que busca la satisfacción inmediata de las necesidades más obvias, ha atrofiado nuestro afán de adentrarnos en lo desconocido, la capacidad de crítica frente a nuestro entorno se ha perdido, donde pareciera que la mayoría prefiere aceptar antes de cuestionarse el porqué de las cosas. Y tal pareciera que las escuelas y el sistema educativo actual no hacen más que reforzar este paradigma cómodo y fácil.
Pero si nos detenemos a pensar, solo estaremos reforzando la apatía en nuestros alumnos, ya que al hacerlo fácil y guiarnos por la forma en que nos enseñaron (donde la enseñanza de las ciencias naturales se reduce simplemente a tediosas repeticiones de fórmulas y la asimilación memorística de contenido disciplinar) jamás volverán a suceder crisis que permita dar un salto cualitativo hacia un nuevo paradigma científico, el cual no solo enriquezca el conocimiento humano, sino también habrá posibilidades inefables para la naturaleza humana.
En donde se debe apuntar a que el alumno sea capaz , de realizar sus propias indagaciones, en las cuales se base en la práctica, comprendiendo que se tiene que enfocar en la ciencia normal.
“Ciencia normal significa la investigación basada firmemente en uno o más logros científicos pasados, logros que una comunidad científica particular reconoce durante algún tiempo como fundamento de su práctica Ulterior”. (kuhn, 1971)
El tan mentado sentido común, el cual es una herramienta que nos permite trabajar y desenvolvernos adecuadamente en nuestra vida diaria, es el, también la mayor barrera que enfrentamos cuando se trata de enfrentar la enseñanza de la ciencia, porque sólo si nos salimos de lo común podremos despertar en los niños la capacidad de cuestionarse el mundo más allá de las apariencias, lo cual es una necesidad fundamental si queremos educar personas que tengan el valor de romper esos límites. Ya que el sentido común nos dice que el Sol se mueve de oriente a occidente, y que las estrellas están pegadas en el cielo, pero tuvo que aparecer una persona que viera más allá de lo aparente, se hiciera preguntas que nadie se había hecho y se atrevió a intentar demostrar lo que en ese tiempo parecía imposible.
Lo mismo pasa con la enseñanza de las ciencias, sólo cuando despertemos en nosotros mismos esa capacidad de cuestionarnos y hacernos preguntas que nunca nadie se había hecho (tal como lo hacen los niños, sin prejuicios sobre lo ya conocido) seremos capaces de educar personas que también amen el descubrir cosas por sí mismos.
Cito a Kuhn:
“...De esta y otras formas similares, la ciencia normal se extravía una y otra vez, y cuando ello ocurre, esto es, cuando la profesión ya no puede hurtarse durante más tiempo a las anomalías que subvierten la tradición corriente de la práctica científica, entonces comienzan las investigaciones extraordinarias, que finalmente llevan a la profesiona un nuevo conjunto de compromisos, a una nueva base sobre la cual practicar ciencia. Los episodios extraordinarios en los que se produce un cambio en los compromisos profesionales se conoce en este campo como revoluciones científicas. Se trata de episodios destructivos de la tradición que complementan a la actividad ligada a la tradición de la ciencia normal” (kuhn, 1971)
Precisamente Kuhn nos habla en este párrafo de la importancia que en determinadas circunstancias se suceden “episodios extraordinario” que generan una revolución en las ciencias, estas revoluciones son personas que han sido capaces de ver más allá del paradigma, observando y planteando interrogantes desde ángulos que nunca nadie lo hizo. Y ese esas visiones solo se despiertan al tener individuos competentes en los ámbitos de las ciencias
La necesidad de personas críticas y a la vez creativas, es la clave para lograr futuras revoluciones que generen crisis necesarias para que la homeostasis de la sociedad evolucione, esa evolución sólo se puede lograr inculcando a los niños que investiguen, creen, sean capaces de explorar, se comprometan con su entorno natural y con las personas que les rodean, sin hacerles juicios que no sean más allá de lo valórico ¿que importa que un niño se ensucie, ria se asuste o se asombre si gracias a ese proceso, puede descubrir que el método científico es un juego y la vez es una forma de ver la vida, más que una formulación nemotécnica y repetitiva, donde puede adquirir importantes y novedosos conocimientos a través de la propia experimentación.
Y esta crítica que se observa en el sistema imperante funciona en ambos sentidos, ya que tantos los profesores no somos capaces de despertar ese interés en ello, como los niños se hallan tan sumergidos en el paradigma de la cómodo y utilitario, donde una educación permisiva y a la vez poco estimulante.
Las palabras solo son palabras.. los hechos hablan mucho más que ellas. En conclusión, ¡menos palabras y más acción profesores!, ya que lo significativo yace en las habilidades que estas futuros exploradores de lo desconocido puedan adquirir gracias a nosotros.